Nunca más, Orfeo, conducirás los riscos, los árboles,
encantados, ni los libres tropeles de fieras.
Nunca más el bramar de los vientos calmarás, ni el granizo,
o las rachas de nieves o lluvias, ni el mar estruendoso.
Pues te han muerto, Orfeo. Te lloran las hijas
de la Memoria, y en extremo tu madre Calíope.
¿Y qué logramos por nuestros hijos difuntos, cuando ni aun
los dioses tienen poder de librar a los suyos del Hades?
Anth. Pal. 7. 8

No hay comentarios:
Publicar un comentario